Como los reflejos del sol, que quedan prendidos de las copa de los árboles. Caminaba por los senderos, pisando escarcha, a tomar la micro. Todos los días hacia el mismo recorrido para ir a la escuela. A veces entre los escampados de tormentas, algún copo amarillo se asomaba.
Pero cuando el amarillo llegaba a la copa de los aromos, era ya momento de alegría, la primavera llegaba. En ese entonces, a mis 12 años, esto significaba vacaciones seguras y más horas para jugar.
M.
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