16 octubre 2014

corazón de Zorzal

Tengo un reloj... un reloj que marca el día,
… a la mañana canta, durante el día zumba, mece los arboles y sus hojas, revolotea y ya me conoce.
Cuando es el ocaso, esa hora justo en que el sol se despide del día , él ¡chirría!
Con el corazón enorme ¡canta!
Nos avisa desde el árbol “ya es hora de cerrar el día”, 
y hasta aveces nos mira... con sus ojitos y oídos prestos, el zorzal se despide.

Con Antonio ya lo conocemos, canta siempre todos los días a la misma hora, y yo le digo “chao, chao buenas noches!”... y miro la pantalla de computador, como una cadena esclavizante, y me digo “que sabio es el zorzal, tiene toda la razón, es hora de descansar”.
Solo los inhumanos, que nos creemos humanos, seguimos laburando ¡como idiotas!.

Mi consuelo, es que en toda esta cárcel de cemento, yo conozco los sonidos de mis vecinos, y sobretodo de mis vecinos pájaros, reconozco su voz... y hasta veces siento comunicarme con ellos.
Con esto sigo presente en el mundo, y la pantalla es una mera consecuencia, pero sé donde va mis pasos... y mis oídos.


M.