29 diciembre 2011

Silencioprologadobajoarbolesquenotapanel sol


Me sorprende la ausencia, el por qué no respondiste, qué callaste al tratar de no herirme, o qué ocultaste al no volver nunca más a escribir. Te transformaste en fantasma, se diluyo finalmente entre todos los murmullos, tus recuerdos no volvieron a ser nada significante, ni para buscar en alguna gaveta a modo de revivirlos y pasar noches y tardes enteras REcordando situaciones tuyas, mías, de ambos juntos, como universitarios infantiles que se acompañaban en el ocaso.

Los sonidos y susurros, fueron murmullos como de tantos otros recuerdos, pasando a segunda selección, por otros más vitales que la habitan amigos profundos con los que aun hoy mantengo contacto. Tu te ocultaste, me maldeciste de alguna forma, te negaste, te borraste, te saliste, huiste, moriste, por elección propia.

Tu cobardía se reflejo en el silencio.

Me importo. Me importo mucho, cargué las espinas rabiosas que dejé remojando en marihuana y vino tinto, para salir flotando de mis REcuerdos, que pasaron a ser comunes y silvestres, sin siquiera herirme, así: te maldije, te negué, te saque, te borre, te mate, por decisión mía.

Pero en un claro y luminosos invierno tropical, el calor fermento más de la cuenta las bodegas, los murmullos salieron mohosos al descubierto, con una extraña urgencia por no pudrirse en los fondos cajones de REcuerdos “comunes y silvestres”; fue cuando me encontré con trozos aun intactos de sonidos que hablaban de tu afición por los olores, las carcajadas veraniegas, tu gusto por las zanahorias y el pan con vinagre.

Vinieron a mi-cara sonrisas de bonitos tiempos de amigos que se acompañaban en el ocaso, para REconciliar o tratar de hacerlo, de algún modo, con esos REcuerdos.

Pero fue inútil, aunque me esmeré por desechar todo trozo podrido, me golpie en el borde del labio, al verme de nuevo escribiéndote, esperanzada que el silencio ya no era necesario... Pero aunque fuera insensato de tu parte, no respondiste; me dijiste nuevamente con tu mutismo el desprecio que me tenias, o quizás, tu ego no quería volverse a ver “acosado” por palabras y verborreas embadurnadas de verdades respecto de ti. Yo no te mentía, menos de ti... tu sabias el costo de ello, yo no.

Me sentí insólitamente estúpida habiendo creído posible una palabra de todo esto. Me senté a escribir nuevamente.


M.

29 diciembre 2011.