28 noviembre 2012

suspiro de esperanza


Me parece aun bello... el silencio de la tarde en santiago,
en verano corre viento, mi gata se asoma a la ventana, los niños del condominio juegan, se siente una sonrisa en el cielo.

Un murmullo que trae el viento de primavera... un aire que nos dice que falta poco... ¿para qué?
Poco importa... pues es un suspiro de esperanza esparcido en un conjunto de paredes que solo miran al cielo.

M.

21 noviembre 2012

murmullo


Hace tres años estaba en un sala de piso de madera, dejando entrar el aire por la ventana, oyendo las voces de la calle que entraban subiendo al tercer piso... respirando, profundo y concentrada, entregada al ritmo de lo que hasta el momento no conocía...

compartía esa sensación, de a veces angustia, a veces relajo, de profunda convicción y cariño por el aire que entra y sale de los pulmones, exprimiendo al limite la mente en su punto más delgado. Agitaciones, palmoteos, carraspeo y a veces tos... pero siempre ahí sonaba un murmullo, que en invierno era frío, lleno de nieve, lluvia, de pocos y rápidos pasos, de golpes en las puertas del bar de la esquina por quienes entraban y salían. En primavera fue un sol que entraban con aires candentes, vitales, de murmullos de personas, de los paisanos senegaleses sentados en la plaza parloteando, de las copas de las cañas que chocaban en las mesas de las terrazas de Tirso de Molina, el sonar de una guitarra y el jugueteo de un par de gitanos que cantaban flamenco... todos los martes cuando mi corazón reposaba para hundirse en el respirar, respirar y respirara de mi mente.

Hoy después de un enorme paréntesis, me encuentro recobrando ese lugar, repoblando aquello que aprendí a conocer, con el ritmo del aire que entra y sale de uno... sentada en un piso de madera, de un salón añoso, acompañada de otros sincopados cantos, en donde se camuflan los murmullos de niños que juegan futboll en la chancha de afuera, donde pasa y entra gente, donde se siente la gata del club escamotear los techos y los visitantes, donde a ratos el murmullo se interrumpe por un golpetazo de la pelota en la pared colindante, un respirar agitado... volver a centrarse, de tomar el ritmo de saberse en el mundo.

Dos parajes diferentes, distintos murmullos... un sentir nuevo pero con sabor conocido, un viajar al pasado recobrando el futuro... volviendo, siempre volviendo con ese sonar del aire.