20 enero 2020

Post-terreno


Un día de distancia parece insuficiente para olvidar el prisma de una sonrisa floreciente en un restaurante “Chifa”.

En la víspera del año nuevo (chino), el gran cielo -bóveda celeste- infinito de todos los confines, me pone retos.

Mis recuerdos auto-indulgentes, parecen querer tapar con arena el brillante cosquilleo de un seductor hallazgo. Pero la arena, a borde de playa, pronto se cubre de espuma y revela sus secretos.

Así, si el estallido social del 18-O me trajo de vuelta al vicio del tabaco (o el gran compañero del aire), ese octubre en su avanzar a paso firme  abriendo caminos -obscuros- entre todos, separando lo bueno de lo malo, lo podrido de lo que florece… ese mismo transito, me puso como pie forzado retomar mi vicio por “fantasear”.

Ser, yo, aquella proyección incesante de vidas que no tendría, pero que deseo… como aquel destello de rojo carmín que se refleja en el borde de una botella.

En viseada por recuperar mi vida, la oscilación constante de habitar “distintos” lugares; para tornar a una casa, donde el encierro -no el mio- ha sido la tónica de los 2 últimos años.

Hombres y sus masculinidades
que no apagan la sed.

Enciendo el teléfono, para distraerme un poco, y termino oyendo la voz penumbrosa de mi viejo preocupado por los avatares, desidias, olvidos y rabietas que han vestido el envejecer de mi madre.

Me siento, pienso… en ese circulo de masculinidades: la que brota, la que se estanca y la que de apoco se marchita. Y sólo pienso querer huir, de la compañía forzada y del camino que me lleva al abismo. El tiempo, la edad, el chocar de hocico al suelo cuando retornas de terreno y la monotonía del encierro (o del encerrado) te reviste…  Tu que brillabas de sudor rojo, tras una tarde de playa entre-amigos.

La felicidad se construye
pero difícil es crearla, cuando persiste el estanca(miento)
consumiéndote

… me hubiera quedado en la ciudad de hace un día, la que dije que me empezaba a despedir, para no sucumbir a sus torbellino de fantasías, chismes y mal augurio. Pero… la seducción es siempre entusiasmante y/o por lo menos se mueve (no se estanca).

Me hubiera quedado ahí, sentada sin salir del restaurante, brindando por una linda tarde de brisa marina y que ¡resonara lo que tuviera que resonar!.

__19 enero 2020

15 marzo 2019

Notas de una “etnografía de verdad”

Se va por el agua, todas las expresiones y las diluye cada vez que se exige “seriedad”. Encapsuladas en cuadros, números y cuantificaciones, quedan presas todas las voces que oigo al caminar por los rincones de este país.

En mis últimos meses de ida y vuelta a la Araucania, he sido testigo de una felicidad y cariño, que con un tono azul te aprieta y habla mucho más allá de lo que los papeles y categorizaciones puede traducir un informe “científico”, que ni siquiera logra rosar con su ímpetu de sistematicidad las sonrisas que a mi se me brindan al sentarme a oír las voces de las personas, que mas que esperar ser oídas, viene a enseñar sobre sabores, olores y de vidas arraigadas a una tierra que sobrevive al impacto del agronegocio.

Pero la ciencia pretende decir que “viene ayudarlos”… prepotencia que solo perpetua su espacio de poder decimonónico, eco de su origen un pensamiento eurocentrico y logocentrico que condena otros modos de pensar/sentir; donde las epistemes que observo quedan catalogadas como las anécdotas del etnógrafo que vive… y se le coarta hablar.

Es momento de escribir esas historias; ni por la ciencia, ni por los otros, sino por mi… por todo lo que cargo entre mis zapatos que pisan tierras distintas y se maravilla con los susurros de expresiones y vivencias de las personas, conocimientos que frotan las nubes, las hacen llover y pintan radiantes otros mundos.

¡Agradezco siempre mi vida!, de saber oír, vivir y caminar conociendo, porque cuando la tierra me lleve tendré todo eso para cruzar al otro lado de las grandes aguas.


28 junio 2015

Conversaciones Andinas...

Una “sexta-feira” donde no hay nadie en el campus... salimos de sacar xeroz con un compañero Peruano, indistintamente de cada trayectoria de uno, teníamos algo en común: la impresión que poco o nada comprenden lo que son los Andes. Complejidad cultural, diversas y maravillosa, y como decía: ¿como le explicas a un carioca, que nunca ha salido de su dimensión-espacial-climática, que el altiplano tem sol e pega pa' caralho, mas tem frio de mais? … nos reímos, ¡sol y frío al mismo tiempo!, un choque cognitivo (diría mi orientador)... desde ello compartiendo impresiones de como muchos, y hasta los mismos profesores, desconocen la diversidad, el territorio, y tantas otras cosas... o comentarios como antropologicos de mis indios son tal... tus indios son como?. Pensaba en ello, y nos observamos pues cada uno a su modo percataba ese rotundo silencio, traslucido de ignorancia-ingenuidad, que podría responderse a lo que Enrique decía: una barrera de información, nosotros no sabemos nada de Brasil, ellos no saben nada de latinoamerica; pero como decía profesor Mello, el tema que Brasil se comporta como Imperio!.

Así seguimos caminando, hablando de Arica, de la guerra, de la falta de salud en Chile, de los Aymaras, etc, mientras cruzábamos la cantareira, circundando todo ese espacio territorial que es prácticamente una extensión de la UFF... entonces llegamos a casa de Enrique, mira este es el libro que te hable, y me presto un libro sobre etnicidad en los andes centrales. Ambos tendríamos que profundizar y sistematizar, a modo de hacer un mapa étnico de los andes, intentando explicar situaciones que nos parecen evidentes, pero que para ellos no. Nos despedimos, pues el viajaban en dos días mas a Perú, contento de ver a su familia e hijos, y le dije disfruta la familia, se sonrío, pues si!, aunque ya estoy dispuesto al shock termico al llegar a Puno!!!!.... Noooooo... nos reímos los dos, le dije: pero bueno, haya te comes un buen caldo, y tienes buena papa, porque la de aquí, es un porquería!.

Me despedí, sonriendo pues tener un colega andino hace mas confortable la estadía... y seguí meditando en la cordillera, los Andes... lo difícil de expresar para quien su vida se hace a 0 mts, donde la máxima altura en el país es 2.994, pero que no es visitada y habitada por la mayoría... 

16 octubre 2014

corazón de Zorzal

Tengo un reloj... un reloj que marca el día,
… a la mañana canta, durante el día zumba, mece los arboles y sus hojas, revolotea y ya me conoce.
Cuando es el ocaso, esa hora justo en que el sol se despide del día , él ¡chirría!
Con el corazón enorme ¡canta!
Nos avisa desde el árbol “ya es hora de cerrar el día”, 
y hasta aveces nos mira... con sus ojitos y oídos prestos, el zorzal se despide.

Con Antonio ya lo conocemos, canta siempre todos los días a la misma hora, y yo le digo “chao, chao buenas noches!”... y miro la pantalla de computador, como una cadena esclavizante, y me digo “que sabio es el zorzal, tiene toda la razón, es hora de descansar”.
Solo los inhumanos, que nos creemos humanos, seguimos laburando ¡como idiotas!.

Mi consuelo, es que en toda esta cárcel de cemento, yo conozco los sonidos de mis vecinos, y sobretodo de mis vecinos pájaros, reconozco su voz... y hasta veces siento comunicarme con ellos.
Con esto sigo presente en el mundo, y la pantalla es una mera consecuencia, pero sé donde va mis pasos... y mis oídos.


M.

31 julio 2013

Moral de un Kiltro

Que me disculpen, pero frente a los hechos, sólo puedo decir: soy como un kiltro, que llevo incrustado ya en mi ADN generaciones de generaciones el esfuerzo o trabajo diario para conseguir el pan. Por lo mismo, me empelota la cuiqueria que tiene impregnada su ineficiencia, y constante exigencia de que “hay que comprenderlos”, solucionarles sus incapacidades y poca facultad para arreglar por ellos mismo los problemas… a costa de quienes tenemos la moral de un kiltro de hacer las cosas bien y por nuestra manos. Díganme resentida social, pero mi vida me ha lo confirmado y no he podido salirme de este prisma.