18 abril 2009

Soledad corrompida

Entonces sufrí…
Nadie entendía por qué sufría.
Yo no entendía porque sufría
Algunos deseaban que sufriera

Un árbol florido que se contemplaba…
en esa situación me sentía.
Había perdido algo, que me había convencido de que era necesario,
que me daba seguridad.
Lo perdí, en esa plenitud de la alegría,
de que por fin ya aquella fuerza tenia sentido,
perdí mi capacidad de narrar,
pues ya no era necesario hablar o escribir de sueños.
Entonces florecí.

Florecí porque ya no estaba sola,
y un murmullo me invadió,
las flores también sonaban y todo lo que se tocara parecía perfectamente armónico.
Así, la soledad ya no fue mi fuerza.

Pero el viento, los movimientos de las cosas,
se llevaron mi alegría,
las flores se enmudecieron…
Y, si había olvidado lo que era sufrir,
ahora sentía que el sufrimiento era mayor y distinto.
Era carencia

Tras ello no pude aferrarme más a mis fortalezas de antes:
la soledad y la independencia, estaban vacías.
Me quede entonces, como un árbol con flores dispuesto a dar frutos… a la espera de otro otoño, para renovar sus hojas.

M.

No hay comentarios: