16 mayo 2009

Mi Yapa Mala (Japa-mala)

Día a día ocurren cosas que nos sorprende. Lamentablemente en una sociedad como esta, la amabilidad sorprende. Camino por las calles de mi barrio saludando, conversando y tratando de hacer amable el entorno. Pero pese a ello, me sorprenden los gestos de amabilidad hacia mí, las sonrisas, los regalos que me hacen.


Así que aquel martes salí conmocionada, completamente temblorosa desde la tienda, cuando amablemente el vendedor indio me regalo un Yapa mala (o Japa Mala).


Había conversado con él un par, de días antes, sobre lo difícil de aprender idioma extranjero, de que él no ha podido continuar estudiando informática, que trabaja mucho, que yo me iría a Chile, que la vida es complicada, que los negocios, que el castellano y el ingles, el hinduismo, el yoga… solo tratando de converger dos mundos tan distintos como el mío y el de suyo.


Cuando pase nuevamente, y me regala un yapa mala, me sentí como una niña con un juguete nuevo, emocionada de tremendo regalo, porque que comprendía el significado que tenia, eternamente me sentí agradecida, agraciada… quizás incomoda, porque no pude dejar de pensar occidentalmente y creer que tras ello había “otra intención”.


Salí sonriendo, por la calles espada, hacia Tirso… ese día mi clase de yoga fue fundamental, para comprender otras formas de vida. Hoy porto este nuevo amuleto, y he pensado mucho en mi poeta favorito Henri Michaux, sobre sus descripciones de la india… el impactante reflejo de su escritora de aquel mundo, en como influyeron tanto en mi cuando adolescente que me dio impulso para estudiar lo que estudie, y dedicarme a lo que me apasiona.


Sigo por las calles, entonces de mi barrio, preguntándome por la amabilidad que no deja de sorprendernos hoy en día.

M.







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