28 julio 2010

Deslumbramientos

Quisiera saber cómo unas manos alzadas podrían distinguir entre tantos sentimientos,
de los que ya no pueden ser nombrados.
¿Qué desquiciada recurrencia?
Pasos insensatos hacia lo falso, para lo que nunca ocurrió... pero que habita con mayor fuerza,
con necesidad vital por volver a revivir espacios corporales nunca conocidos.
Así entonces, arden no sólo los genitales
-como bestias embelecadas por los síntomas primaverales-,
sino como humanos enajenados por ensoñaciones,
por lo inalcanzado
ante ello… sólo quedan satisfacciones falsas, manos limpias… de las que tocan, pero no hacen nada.

17 julio 2010

Perfección

Un día me levante y deje las llaves en mi casa… me angustié y ofusque tanto por aquel error, que termine cambiando la chapa de mi casa.

Después me llamaron de un trabajo y dude… por lo incierto que parecía, así que lo negué. Al mes siguiente estaba arrepentida, trabajando en algo que no quería y deseando el que había rechazado.

Una tarde recibí una carta, mi proyecto había sido rechazado porque olvide traducir dos documentos… me emborrache pensado en mi desgracia y que era lo que me impedía surgir ¿por qué me equivocaba tanto?

Caminaba por las calles sintiendo mi desdicha y los rincones de esta siniestra ciudad parecían idóneos para que pesaran aun más los hombros.

Quise entonces escribir y la pluma que mi padre me regalo estaba tapada. La lave 2 ó 3 veces y no podía escribir con ella… entonces un día, la deje con agua aun mas calienta sobre la estufa, termino derretida e imposible de utilizar. Maldije mi desgracia y mi descuido… miraba a todos con los ojos rojos y la garganta chirriaba de rabia al punto de no poder sostener los dientes.

Quise hacer una fiesta para revertir mi desdicha… y faltaron casi todos. Comí sola en la noche la cena. Entonces llore y llore, me llene de mocos y mis amígdalas se hincharon, las venas del cuello pulsaron y los ojos explotaban de pus…

Casi muerta de fiebre, 3 ó 4 días… fui débil, tan débil que ni podía cocinar, ni caminar. Llore las noches y los días. Supe que no había algo acertado, que todo podía errarse, que no era perfecta y me equivocaba.

Desperté sudada e inundada de mocos, tratando de ver clarear el día, en un universo perfecto, pero inmanejable por nosotros.

M.